La osteopatía infantil o pediátrica puede ayudar tanto al recién nacido como a la madre con un tratamiento conservador en prácticamente todas las etapas del embarazo y principalmente, en el caso del recién nacido, después del mismo.
El parto no es solo un proceso traumático para la madre, debido a los esfuerzos que debe realizar, sino también para el bebé, que debe conseguir salir a través del canal del parto.
Éste proceso es considerado traumático tanto para el bebé como para la madre, tanto en un parto normal como en el parto complicado, aunque evidentemente, en el parto que requiere el uso de instrumentos, tales como ventosas o fórceps, el trauma que ambos sufren es más importante.
En condiciones normales todos estos traumas que se producen durante el parto, y que generalmente se asientan en el cráneo del neonato, se van resolviendo a medida que el bebé se desarrollando de manera natural.
Este proceso de remodelado, es el desarrollo natural del bebé, y por tanto es preciso que todo recién nacido lo realice.
Pero este proceso natural puede presentar alteraciones, y cuando estas alteraciones se presentan pueden complicar el desarrollo natural del recién nacido, manifestándose entonces los síntomas tan característicos en bebés y lactantes, bien conocidos por los padres.
A menudo, cuando los padres reconocen estos síntomas es cuando deciden acudir al pediatra, quien se encargará de diagnosticar y descartar las posibles patologías y afecciones médicas más importantes que puede padecer el recién nacido, tales como infecciones, fiebre, etc.
Pero en muchas ocasiones con el trabajo hecho correctamente por parte del pediatra, y aunque todo se encuentre dentro de la normalidad, el pequeño sigue con los mismos síntomas, incluso después del tratamiento farmacológico.
Estos síntomas pueden alargarse durante días, semanas, meses e incluso años en el peor de los casos, sin una causa clara que les haga entender a los padres que le sucede a su bebé.
Estas afecciones que no tienen porque ser graves patologías médicas, pueden perdurar a lo largo de los años condicionando la vida de la persona, incluso en la edad adulta.
Un simple dolor de cabeza, un dolor articular o visceral, el estrés o incluso una leve depresión pueden ser la causa de todos los síntomas que el recién nacido presenta.
En efecto, la mayoría de los dolores y problemas que tienen los adultos, pueden presentarse en el recién nacido, con la principal diferencia que el bebé no puede comunicarse con nosotros para indicarnos donde se encuentra el problema, salvo a través del llanto, el movimiento, falta de apetito, regurgitación, etc.
El principal problema radica en que estas afecciones pueden limitar el desarrollo normal del recién nacido, marcando las etapas próximas de la vida del pequeño como decíamos anteriormente.
La osteopatía pediátrica, ofrece un amplio abanico de posibilidades terapéuticas para diagnosticar, tratar y apoyar a los bebés, niños y adolescentes en una multiplicidad de afecciones típicas en cada etapa de su desarrollo.
La dulzura y la calidad del tacto con que se realizan este tipo de técnicas, garantizan y avalan la confianza que los padres depositan en los osteópatas que nos dedicamos al tratamiento manual de estos pequeños pacientes, sus hijos.
El enfoque osteopático del paciente pediátrico se basa en la misma filosofía y principios que la osteopatía convencional.
Los osteópatas pediátricos utilizan la evaluación neuromusculoesquelética, craneal, visceral y el tratamiento, todo a través de la terapia manual, con el fin de identificar, tratar e intentar corregir la mecánica estructural, craneal y visceral que no está funcionando de forma correcta.
La osteopatía en recién nacidos y niños, nos permite por un lado librar al pequeño de sus dolencias y disfunciones, eliminando por tanto los síntomas, y por otro si cabe aún más importante, se deja que el cuerpo del niño se desarrolle correctamente, evitando las posibles secuelas o consecuencias de una alteración en el desarrollo natural del recién nacido.
Según el concepto osteopático podemos afirmar que la gran mayoría de las patologías que sufrimos como adultos son consecuencia de una mala adaptación de nuestro cuerpo los traumas sufridos a lo largo de nuestra existencia, la gran mayoría producidos a la edad temprana y que sin un tratamiento adecuado se van almacenando en nuestro cuerpo, hasta que finalmente aparecen en forma de síntoma.
Como ejemplo tenemos que el 90% de las escoliosis infantiles son “idiopáticas”, la medicina no sabe el por qué de esa torsión vertebral, para la osteopatía son la consecuencia de las torsiones producidas en el cráneo cuando somos bebés, siendo fácilmente corregibles a esta edad.