Las Roturas Fibrilares son lesiones frecuentes en la práctica deportiva pero también se dan en personas que llevan un estilo de vida sedentario, cuando realizan algún esfuerzo brusco. También son denominadas como Desgarros Musculares, ya que consisten en la rotura de más o menos fibras que forman el músculo.
El tiempo para la recuperación de esas roturas, depende de la gravedad de la lesión, en relación a la cantidad de fibras dañadas, de dividen en 3 grupos; leve, moderado o grave.
Una lesión leve llevara unos 8 o 10 días para cicatrizar, la lesiones moderadas entre 2 y 3 semanas, y la graves más de 3 semanas dependiendo del musculo y la profundidad de la rotura.
Dentro de las causas que pueden producir una rotura fibrilar, nos encontramos:
– Una elongación (estiramiento) excesiva del músculo.
– Una contracción muy brusca.
– Un esfuerzo que supera la capacidad del musculo.
Es un tipo de dolencia que afecta de forma más habitual a las piernas como consecuencia de gestos explosivos y cambios bruscos de velocidad, viéndose lesionados más frecuentemente, los gemelos, el sóleo, los isquiotibiales, los aductores y el recto anterior del cuádriceps.
Aunque el resto de músculos es igualmente susceptible a sufrir roturas.
Podemos reconocer fácilmente una rotura fibrilar por sus síntomas:
- Dolor repentino e intenso.
- Hematoma causado por la rotura de vasos sanguíneos adyacentes.
- En los casos más graves puede producirse un bloqueo del movimiento a causa de la contracción de los músculos adyacentes.
- En ocasiones el intenso dolor puede originar mareo y sudor frío.
Aunque, básicamente es una lesión que se produce mayormente en la práctica deportiva, ya sea por un traumatismo o por realizar ejercicio sin el debido calentamiento, existen otros factores de riesgo que favorecen la rotura fibrilar:
- Sedentarismo: si no se realiza ejercicio con asiduidad, se debilita el tejido conjuntivo del músculo, por lo que las fibras se pueden romper con mayor facilidad.
- Mala circulación arterial y venosa: llega menos oxígeno al músculo, éste se fatiga más, se acumula el ácido láctico y todo ello hace que sea más propenso a romperse.
- Enfermedades metabólicas: la más significativa es la diabetes.
- Nutrición deficiente: los músculos se debilitan y se hacen más frágiles.
Este tipo de lesiones, como hemos anotado antes se dividen en tres tipos:
– Rotura de fibras Leve
Es la más frecuente y, menos grave. Es una rotura microscópica producida sobre un número reducido de fibras musculares. En ocasiones, suele estar asociada a una lesión vascular, quedando patente con la aparición de un pequeño hematoma, lo cual ayuda a diferenciarla de otro tipo de lesiones.
Debido a lo reducido de la zona afectada, es difícil detectarlas mediante ecografía. Los síntomas más comunes son un dolor violento, acompañada de la incapacidad funcional de la zona afectada, la sensación se describe popularmente «como una pedrada», y se produce cuando exigimos al músculo un esfuerzo superior a su capacidad, la imposibilidad de responder a tal demanda se traduce en forma de este tipo de roturas.
Para poder evitar este daño, deberíamos hacer un calentamiento acorde con la actividad a desarrollar, preparando de manera especial las zonas más solicitadas.
*Tratamiento
Inmediatamente después de sufrir la lesión, se debe aplicar frío durante las primeras 48 horas para evitar la inflamación de la zona. Después alternamos con calor para ayudar en la recuperación de la zona muscular afectada; los estiramientos de forma progresiva y sin llegar al umbral del dolor facilitan, de igual manera, la recuperación. Lo más recomendable es pasar un período de reposo de 3 a 5 días, antes de comenzar a ejercitar la zona afectada de manera progresiva. Este tipo de daños en el tejido muscular llevan un tiempo de recuperación estimado de 2 semanas, aunque puede variar dependiendo de las circunstancias.
– Rotura Parcial de Fibras, o Rotura Moderada
Difiere de la rotura fibrilar, en el número de fibras musculares afectadas, siendo mayor en este caso, aunque sin afectar por completo al cuerpo muscular. El hematoma que aparece es de mayor importancia y, a la palpación se puede notar la depresión resultante a la lesión, como un surco. En este caso, una ecografía puede confirmar el diagnóstico. Las causas, son como en el caso anterior, el esfuerzo exigido al musculo, por encima de sus posibilidades.
* Tratamiento
En este caso el periodo de reposo es de unos 10 días dependiendo de la gravedad y las circunstancias de la lesión. Su recuperación puede llevar hasta 3 semanas. Si se tratase de musculatura de las piernas, deberíamos evitar el apoyar la pierna afectada. Podemos reforzar el reposo con frio y calor alternamente y con vendajes del tipo compresivo o bien Neuromuscular (Kinesotaping); y si fuese necesario calmantes y antiinflamatorios
– Rotura Total de fibras o Rotura Grave
Este es el caso donde las fibras sufren una ruptura total, produciéndose la separación absoluta de ambos extremos musculares, con la resultante retracción de los vientres musculares, los cuáles se retraen y contraen de manera simultánea, provocando un dolor más intenso, por lo general, que en los casos anteriores y, la incapacidad funcional completa de la zona afectada.
En este caso, el único tratamiento es quirúrgico. Los periodos de recuperación y, rehabilitación de la zona afectada son largos y dependen en gran medida de la gravedad y, de la evolución de la lesión.
En resumen, si nos hacemos una rotura de fibras, lo primero sería acudir al médico para valorar el grado de la lesión, y posteriormente seguir estos pasos:
- Reposo: dejar la práctica deportiva y caminar lo menos posible, con el fin de evitar que se agrave la le lesión con la rotura de más fibras. Se suele recomendar el uso de un vendaje compresivo, pero que no impida la movilización del músculo, podemos usar Kineso Taping, o vendaje Neuromuscular.
- Aplicación local de frío: reduce la inflamación y calma el dolor. Se aplica hielo (nunca directamente sobre la piel) o bandas de gel congeladas durante aproximadamente unos 10 minutos en la zona dolorida.
- Antiinflamatorios y calmantes: Preferiblemente medicamentos no esteroideos, en estos casos la homeopatía y la fitoterapia funcionan muy bien.
- Rehabilitación: no debe reanudarse la práctica de ejercicio hasta que no haya desaparecido completamente el dolor agudo. Y aun así debe iniciarse con estiramientos suaves hasta el punto en que el propio dolor lo permita, manteniéndolo durante unos segundos y en series de cinco, varias veces al día. Se recomienda aplicar calor local después de cada sesión de estiramientos.
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